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Arquitectos: Mansilla + Tuñón Arquitectos
- Área: 50000 m²
- Año: 2015
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Fotografías:Luis Asín
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Proveedores: Granilouro, Jansen, La Navarra
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El museo es un nuevo texto escrito sobre lo ya escrito, con una materialidad pesada, y ligera a la vez, que hace referencia al paso del tiempo de las envejecidas piedras del Palacio, mediante la construcción de un edificio sencillo y compacto, una construcción consciente de que la máxima flexibilidad y posibilidad sólo es posible dentro de un orden riguroso, que toma los materiales del Palacio Real y su digna construcción como carácter, con una disposición contemporánea a la vez pesada y ligera, opaca y transparente.
El modelo tipológico del Museo de las Colecciones Reales se refiere decididamente a la tipología contemporánea del museo lineal con recorrido descendente, tan propia de los museos urbanos modernos. Una tipología museística que permite la fácil convivencia de un recorrido principal a través de todas las colecciones, con otros recorridos alternativos que facilitan la visión puntual de alguna de las piezas o colecciones, entendidas de forma autónoma.
La arquitectura del Museo de las Colecciones Reales es una arquitectura sobria, ajustada y austera, consciente de la responsabilidad del contexto en el que se inserta, pero también consciente del momento en el que ha sido construida, en la que su cualidad espacial viene ligada a la precisa construcción de unos espacios de gran dimensión estructural, que conceden dignidad a la arquitectura por su solidez, funcionalidad y escala.
Las grandes alturas requeridas para la exhibición de las colecciones, así como las grandes dimensiones de las diferentes áreas, imponen al Museo una estrategia de composición estructural próxima a la de las grandes infraestructuras contemporáneas, lo que dota a la construcción de un realismo pragmático que evita exageraciones formales allí donde no son necesarias.
Es por ello que la estructura portante toma gran importancia en la organización espacial del Museo, que se configura a partir de la repetición seriada de un conjunto de pórticos de hormigón blanco, en los que el rayado de la estructura repetitiva cualifica el espacio, de tal modo que la estructura, la iluminación, las vistas y el espacio desdibujan sus fronteras e intercambian sus atributos, porque quieren ser una sola cosa, pensada de una vez.